sábado, 28 de febrero de 2009

El capitalismo en calzoncillos


Todos los días viene el susto. Aquí ya es una moda de los últimos días. La gente prende el televisor a las ocho de la noche, la hora de las noticias, para informarse de la última novedad sobre la crisis mundial de la economía. Todos las mañanas se lee la primera página con curiosidad y miedo. Si el sistema se derrumba o si no la vamos a pasar tan mal. Siempre aparece un gurú que, sonriente, augura que “el año siguiente se van a arreglar todas las cosas”. Hoy, tapa de los diarios: “Ultima salida: jornada reducida”. El recurso de decenas de grandes empresas. Reducir los horarios y así reducir los salarios para no despedir gente. Pero en páginas interiores se nos informa que hay, este mes, nada menos que 350.000 desocupados más. Un diputado de la izquierda propuso aumentar el dinero que se da a los desocupados para así lograr más poder de compra y que se muevan los mercados. Pero un diputado demócrata-cristiano, nada menos, señaló que aumentar la ayuda a los desocupados sólo va a traer movimiento en la venta de alcohol y de tabaco. Leer nota

Fundación de Santa claus


En su primera imagen, publicada en 1863 en la revista "Harper´s" de Nueva York, Santa Claus era un gnomo gordito entrando en una chimenea. Nació de la mano del dibujante Thomas Nast, vagamente inspirado en la leyenda de San Nicólas.
En Navidad de 1930, Santa Claus fue contratado por Coca Cola. Hasta entonces, no usaba uniforme, y por lo general prefería ropas azules o verdes. El dibujante Habdon Sundblom lo vistió con los colores de la empresa, rojo vivo con ribetes blancos, y le dio los rasgos que todos conocemos. El amigo de los niños lleva barba blanca, ríe sin parar , viaja en trineo y es tan rechoncho que no se sabe cómo se las arregla para entrar por la chimeneas del mundo, cargado de regalos y con una coca-cola en la mano. Tampoco se sabe qué tiene que ver con Jesús.

Se busca

(otro revolucionario mas)
Se llama Jesús.
Lo llaman mesías.
No tiene oficio ni residencia.
Dice ser hijo de Dios, y también dice que bajó del cielo para incendiar el mundo.
Forajido del desierto, anda alborotando aldeas. Lo siguen maleantes, malhechores, malvivientes.
Promete el paraíso a los miserables, a los esclavos, a los
locos, a los borrachos y a las prostitutas.
Engaña al populacho sanando leprosos, multiplicando panes y peces y haciendo otras magias y hechicerías.
No respeta la autoridad romana ni la tradición judía.
Ha vivido siempre fuera de la ley.
Lleva treinta y tres años huyendo de la sentencia de muerte que recibió al nacer.

La cruz lo espera.