martes, 11 de febrero de 2014

SENSATAMENTE ABSURDO

Retomar una amistad después de un tiempo de distancia. ¡Qué egoísta me suena eso de acudir a alguien o algo cuando uno se acuerda o necesita de esa persona o ese algo! Carece de cierto honor. Pareciera que se está muy centrado en uno mismo como para contemplar aquello externo a nosotros. A no ser, claro, que algún indicativo aluda a la presencia o esencia de aquello o aquél. También, ¡Qué tedioso me suena dar tantos rodeos de palabras, frases y pensamientos, para referirme a mi amistad con la escritura! ¡Y qué vergonzoso recurrir a ella cuando un horrendo dolor me invade el pecho! Igualmente deshonroso ha sido acordarme de Dios cuando tuve mucho miedo y desesperación, asimismo cuando debí comprar un regalo sólo por ser el día de San Valentín, del amigo o del pelotudo. Y no digo esto para afirmar o negar a Dios, al amor, a la amistad o la pelotudez, sino por acentuar esta individualidad, esta avaricia o egocentrismo, que nos enmarca en un sistema burocrático y organizativo, totalmente enajenado de cualquier sentido del honor y de la verdadera lealtad. Lealtad a lo verdadero, es decir, a la sustancia, al alma.
Y al final todo es un bochorno, porque yo me sentía intensamente triste por motivos totalmente ajenos al tema de este texto. Lo cual, también reafirma mi amistad con la lapicera y la hoja, que siempre saben acomodarme y ponerme en mi lugar. Lugar tácito, permanentemente mutando. Oxímoron. Absurdo, como casi todo hoy en día.