El domingo en la ciudad te destruye, si lo dejas, te parte al medio, y te tacklea abruptamente si andas medio desestabilizado.
Nunca me gustaron los domingos, son resacosos por naturaleza. Y no sólo
por lo que se haya bebido el sabado por la noche, sino también por todos
aquellos sucesos de la semana que aún no han sido asimilados, ni todas
esas papeletas que aun no se han archivado.
La realidad cae por su peso
los domingos. La nostalgia te pega su mejor cross de derecha.
Reinicio,
purga.
Hay tiempo para dejar al cerebro juguetear a su libre albedrío con sus saboteos incesantes.
Yo, aguanto. Respiro, enciendo un pucho y cargo mi mochila.
El lunes comienza el juego.
Uno de estos domingos mando todo al garete!
Silvio Rodríguez
Hace 4 horas
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