domingo, 14 de junio de 2009

Llueve

Entre las costillas de la tierra, en las quebradas de los valles y en donde el cielo se mezcla con el verde de la pradera, allí se huele naturaleza. Blancos de nube caían sobre los montes, y verdes de vegetación se entrelazaban ascendiendo por las cumulu-ninbus de este lunes estival de un humilde solsticio. Yo subía y bajaba por las colinas, las gotas de vida se estrellaban sobre mi frente y mis ojos veían embalses y construcciones humanas, mortales. Pensaba como hacer para existir en esta vida, habitar este rincón del universo, y a la vez poder entremezclarme y asociarme a un mundo social que a pesar de ser un invento humano, no entiende de seres, de existencias, de universalidad...¿Cómo o cuando nos daremos cuenta que no somos el centro del universo? Solo somos parte de él, como una gota de mar es parte del océano. Pero hoy no voy a opacar mi experiencia natural con confusiones mortales.
Quise fluir!! Quise ser!!Me pareció comprender algo muy abstracto pero muy real. De repente todo estaba claro. Ahí estaba yo, mirando en lontananza, absorto, inconsciente e incapaz de utilizar mis sentidos, los cuales se orientaban hacia el mismo objeto, hacia el todo, hacia nada, hacia mis pies, en donde estaba de pie, allí, en lo alto de mi estandarte, muy cerca del cielo, demasiado abajo, en la tierra que pisan mis pies y observan mis ojos. Entendí mil cosas y no era capaz de explicarme ni una sola de ellas. Pero no importaba, estaba en paz, allí, en lo alto de un monte me sentí privilegiado. Y sentí que mi cuerpo se dejaba llevar por un río de manso caudal, y fluía cabeza arriba observando, existiendo, siendo una vez mas yo, mi mismo. El agua acariciaba mi cuerpo y me sentí mas acompañado que siempre y menos solo que nunca. Cerré mis ojos, respiré fuerte, sacudí mi cabeza y volví a mi vida social. Subí a mi coche y me perdí por la carretera que me devolvería a la urbe de la cual había estado gozoso de lograr escapar.

18/02/08

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