lunes, 26 de octubre de 2009

GuaRiDa


El mundo es tan cambiante, tan inesperado,
que es bueno construirse una guarida, no solo para
desalentar al azar sino también y sobre todo para
borrar las culpas que los buenos vecinos nos endilgan.
Desde la guarida vemos transitar el invierno
maldito con su helado cortejo. Vemos pasar a las
brujas del norte con su esperpento globalizador.
Y apenas distinguimos a través de la niebla a los buitres
solemnes que perdieron el rumbo.
En la guarida estamos ilesos mientras cunde algún
desastre. Y nos contamos cuentos y encendemos
la antorcha.
Si en ella nos hacen compañía, vaya gloria
plural. Y si estamos aislados, solitarios, vaya
pobre singular. En la guarida, sin la entrañable
plebe, somos los modestos propietarios de un
milímetro del universo, de un centímetro del
mundo.
Somos tan transparentes, tan formales, tan
ácidos, que el protoplasma añora sis antípodas y
nos pide colores y hasta salmos de ateos.
La eternidad se aburre o se calcina. Los deseos
se asoman en el hueco y dejan flores por si acaso.
En la guarida estamos casi a salvo. Nadie puede
matarnos. Salvo la muerte, claro.

Mario Benedetti
"Vivir adrede"

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